3/08/2015

Flashback de México

         Aún siento el cosquilleo de aquella noche cuando salté desde el balcón de la habitación donde dormía mi hermana. Ya no había luz para leer y no quería despertarla. Así que, aún descalza, me tiré con Lilith de la mano. Escurrí al pisar el suelo y caí sobre hierba mojada pero no me dolió. Una vez en pie fui andando hacia el único farol que veía y me quedé leyendo sentada bajo él. 

       Detrás del Señor Farol había una valla metálica que mantenía a los animales salvajes fuera del recinto de las casas. De vez en cuando se oían ruidos. Era agradable saber que a tan solo unos metros había animalejos haciendo su propia vida. Y yo por primera vez no tenía miedo a las arañas, porque ¡vaya arañas había allí! Esa misma mañana había visto una de rayas verticales blancas y negras, y me había dado un ataque de pánico. Pero bajo ese farol y con ese libro merecía la pena llevarse alguna picadura (a la mañana siguiente tenía tantos bultitos en la piel como para leer braille).


       Los viajes siempre son especiales y más cuando los haces leyendo por primera vez el que será en el futuro uno de tus libros favoritos. Tuve suerte con el cara a cruz a la hora de decidir si llevarme en la maleta a Lilith o Flores en el desván.





       La naturaleza no tiene porque ser bonita ni verde (aunque aquella lo era). Un terreno de arena roja lleno de sosa jara sigue siendo mejor que el asfalto, las aceras grises y el pladur. ¿Vendrá algún día un genio a ofrecerme un cambio? ¿Un año de vida por un mes de vuelta allí?


       Cuando me siento mal, vacía o aburrida (esas cosas también cuentan como sentirse mal, ¿verdad?) salen a flote dos o tres recuerdos llenos de emociones. Uno de ellos es secreto, otro familiar y el último es México y sus constantes cosquilleos en mi interior. Quizá es porque un mes después de volver todo se volvió negro y aquel fue uno de mis últimos momentos de felicidad sin peros. No me puedo quejar porque ese sentimiento se haya ido para siempre, diecisiete años de felicidad sin peros son muchísimos. Conozco personas mejores que yo a las que la vida las hizo despertar mucho antes al mundo real.

        Como mi padre.




** Lilith, J.R. Salamanca **

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